Escultura

Arena, Domingo

Chaco
Alternative Text

Nacido en Italia en 1926 y fallecido en Chaco el 7 de mayo de 2006. Naturalizado argentino y residió y trabajó en Buenos Aires. Comenzó con la escultura en 1955, arte en el que se consideraba autodidacta más allá de su contacto e intercambios con grandes referentes del género. Luego adoptó el Chaco como su patria, seducido por las maderas del monte chaqueño que conoció a principios de 1960, que abrazó y nunca dejó. Continuó con la vocación de escultor hasta el último día, humilde y reacio a los halagos y homenajes que, no obstante, la comunidad chaqueña y nacional insistieron brindarle en muchas ocasiones. Los premios se sucedieron a partir de 1958 y se multiplicaron sin detenerse. Conquistó salones nacionales y regionales para llegar al Gran Premio de Honor del Salón Nacional en 1978 con su obra Tango. Jamás dejó de trabajar ni de experimentar. Así vivió y concibió una producción que lo representaba cabalmente, como un grito. A sus magníficas obras en madera, caracterizadas por sus volúmenes netos, de construcciones geométricas, marcadas aristas y con la figura humana siempre insinuada, le sucedieron las esculturas en bronce a las que dio aire de seres alados y el movimiento concedido por las bisagras. Lo obsesionaba perfeccionar el sistema a la cera perdida, al que consagró demasiado tiempo y esfuerzo hasta en la construcción de su propio horno de fundición. La constante presencia del hombre, el tratamiento del material elegido, la agresividad en la convergencia de sus aristas y las torturadas formas incitan a reflexionar sobre la dignidad del ser humano y descubrirlo, no sólo en su condición actual, limitado, explotado, denigrado, sino en todo su ser. En la misma rebeldía de su querer ser. Decía Erena: Si logro dar a mis esculturas una aproximación de lo que me conmueve puedo sentirme, entonces, en algo justificado.