Nace en Buenos Aires en 1899. Si bien su madre lo introdujo desde muy joven en el mundo artístico, su formación es la de un autodidacta. Su producción se caracteriza por la búsqueda de una espiritualidad delicada, a través de un simbolismo que trasciende el objeto representado para exaltar su misterio. Entre sus temáticas habituales se encuentran las figuras, las cabezas de niños y las flores, tratadas en general a partir de diversas capas de pigmentos, pulidas y alisadas a la manera del esmalte. En vida, no realizó exhibiciones individuales de su obra, siendo un rasgo particular de su personalidad la reclusión y el apartamiento de la escena pública. Participó, no obstante, en numerosos Salones y Premios. Recibe, en 1930, 1931 y 1935, el premio Estímulo; en 1941, el Premio Cecilia Grierson; en 1943, el segundo Premio de la Comisión Nacional de Cultura; en 1965, el Gran Premio de Honor del Salón Nacional; y, finalmente, el Gran Premio del Salón del Sesquicentenario de la Independencia en 1966. Fallece a los 91 años; un año después, la Academia Nacional de Bellas Artes crea la Fundación Alberto J. Trabucco con fondos procedentes del legado del artista. En 2005, la ANBA realizó una muestra en su homenaje en el Centro Cultural Borges.