Ferrari fue uno de los pintores de panoramas más apreciados en su tiempo en Italia y en Argentina, además de arquitecto y pintor de iglesias. Colaboró en la restauración de la iglesia San Miguel Arcángel, incendiada en 1955. Nació el 31 de agosto de 1871 en San Possidonio de Módena, Italia y falleció en Buenos Aires en 1970. Arribó a la Argentina en 1914, y en el año siguiente decoró la capilla del Divino Rostro. Estudió arquitectura en la Universidad de Génova, radicado en Turín, estudió pintura en la Academia Albertina y los Estilos Antiguos y Modernos en el Museo Industrial de esa ciudad. Expuso su primer retrato en 1901. Unos pocos años después alternaba pinturas de caballete con los grandes Panoramas de hasta 1500 metros cuadrados. En el 1906, colaboró con su maestro Giacomo Grosso en 1906 en la ejecución del Panorama de la Batalla de Turín y en el 1909 en el Panorama de la Batalla de Maipú, de 124 metros de largo y de 15 metros de altura, que participó del centenario de 1910 en Buenos Aires. Llega a Córdoba en 1927, un año después comienza la obra conocida popularmente como Los Capuchinos, Iglesia del Sagrado Corazón. En las décadas de 1930 y 1940 construye la iglesia de Villa Allende y la de Unquillo y más de una decena de casas. Si bien en la obra de Ferrari hay una clara influencia italiana, al observar los elementos que las componen, como el planteo tipológico, el uso del color, columnas salomónicas, arcos ojivales, ladrillos a la vista, etc., podemos determinar lo ecléctico de las obras, como así también la importancia de los rasgos locales que de algún modo le dan identidad propia. Se especializó en hacer panoramas, que como explica Luis Felipe Noé, eran grandes murales transportables que ocupaban todas las paredes de una sala circular, y ubicado al centro del salón el espectador tenía la ilusión de estar en otro escenario, exótico o testimonial.