Nació en Buenos Aires el 29 de agosto de 1840 y falleció en la misma ciudad el 31 de diciembre de 1902. Pintor y fotógrafo retratista. Estudió pintura con Cayetano Descalzi y recorrió la provincia de Buenos Aires realizando daguerrotipos. Participó en la Guerra con el Paraguay como voluntario y con el grado de Teniente Segundo perdiendo la muñeca derecha. Durante la guerra realizó croquis de batallas y campamentos que utilizó para desarrollar su serie sobre la Guerra del Paraguay. En 1863 Ignacio Manzoni le promueve la idea de explorar los colores y las perspectivas, y recibió enseñanzas de Baldassare Verazzi. Sus cuadros bélicos curiosamente no transmiten una emotividad bélica, mucho menos sufrimiento, más parecen ser una serie de valiosas postales. Parecía intentar evadir el sufrimiento pintando curiosas escenas en las que a veces su mirada buscaba reposar en el paisaje natural, impasible y neutro donde la tragedia ocurre. De igual modo los combatientes de uno y otro bando figuran más que nada como diminutas sombras en las que se mueven los colores de abigarrados y solemnes uniformes. Inicialmente utilizó una perspectiva triangular próxima al suelo y a la escena, luego cambia a la de los puntos de vista elevados, que alejan la profundidad de las perspectivas. Sus estructuras pictóricas son sencillas y firmes: entre un plano de la tierra y otro de los cielos, olvidado, lo nefasto de la guerra, ensimismándose en un detallismo y color que paradójicamente desembocó en imágenes idealizadas con una fuerza y una mirada ingenua expresando patéticos símbolos: los uniformes aparecen con sus detalles, con cada uno de los botones pero los rostros de los soldados vivos carecen de ojos y bocas, sólo los muertos tienen boca y ojos. Cándido López se incluye en el arte ingenuo y allí encuentra su curioso valor. Llama la atención, el formato inusual de sus telas apaisadas, muy horizontales en una proporción de uno a tres, lo cual le permitió figurar con gran detalle acciones simultáneas y múltiples describiendo los escenarios naturales de los episodios, al tiempo que realiza todas las imágenes con mucha minucia pese a las dimensiones de las obras. Sin dejar esa ingenuidad el otro conjunto de cuadros relevantes es el que corresponde a las naturalezas muertas y bodegones, en donde los marcos son verticales y las figuras brillan en grupos solitarios casi chillonamente sobre fondos oscuros de un matiz melancólico e intimista. (Cándido López de Marcelo Pacheco, Ediciones Banco Velox, Buenos Aires 1998).