Nacido en el pueblo ateniense de El Pireo, Grecia, en 1928. Contando con cinco años de edad arribó con su familia a Argentina, estableciéndose en Buenos Aires. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1947, impactado por una exposición en una galería de calle Florida, se contacta con Juan Batlle Planas. Su paso por el taller de Batlle Planas y la lectura del libro Surrealismo entre viejo y nuevo mundo de Juan Larrea, marcan de manera definitiva su modo de entender el arte. En 1951 se instaló en París, donde se vinculó con algunos de los integrantes del movimiento surrealista, como André Breton, Benjamín Péret y Tristan Tzara, al tiempo que expone su obra plástica con Marcel Duchamp, Max Ernst y Wilfredo Lam, y se apasionó con la poesía de Artaud y con el Teatro de la Crueldad. Para Andralis el surrealismo es fundamentalmente participación política. Ser surrealista es tener un pie en la realidad política, cotidiana, y otro en el mundo de los sueños. Sus estudios acerca de la alquimia y el origen del símbolo lo acercaron al budismo y se convirtió en discípulo de Szoun Wou Koung, figura que influiría en él de por vida. En París su actividad también se relaciona con la tipografía. En la fundidora Deberny y Peignot colabora en el proyecto del desarrollo del alfabeto Universo de Adrián Frutiger. A fines de 1964 retorna a Buenos Aires por razones familiares. Desde su vuelta sigue trabajando en la difusión del surrealismo junto a Mario Pellegrini, hijo de Aldo Pellegrini, principal difusor del movimiento en la Argentina. Al poco tiempo de llegar a la Argentina, ingresa en el Departamento de Diseño Gráfico del Instituto Torcuato di Tella. El proyecto a cargo de Juan Carlos Distefano marcaría un hito en la historia del diseño gráfico argentino. Era una época de efervescencia cultural, política, artística, y el Instituto Torcuato di Tella actuó como una caja de resonancia. Andralis deja el Instituto en 1967, unos años antes del cierre definitivo. Desde entonces trabajó, hasta su repentina muerte accidental en 1994, en su imprenta artesanal y editorial El Areibrazo.